Capítulo 4
Capítulo 4: ¿Masturbación como forma de oración?
Este capítulo se lo vamos a dedicar a la oración y a por qué el sencoísmo la considera un acto que debería ser cotidiano y muy importante.
Si miro a mi alrededor, veo que la oración es algo que genera más rechazo que aceptación, que suena a algo obsoleto y arcaico, como de otro siglo. Y si estáis pensando en rosarios, padrenuestros, santiguarse y avemarías, no podría estar más de acuerdo con vosotros. Aunque creo que casi todas estas cosas tienen cierto poder, puesto que no dejan de ser un mantra que repites todas las veces necesarias hasta vaciar tu mente de todo contenido y resetearla, creo también que han adquirido un tinte ciertamente rancio debido a las instituciones que hay detrás de ellas.
Pues bien, esta religión no os va a pedir que vayáis a ningún lugar concreto a rezar, aunque podríais usar cualquier iglesia, mezquita, sinagoga, templo o edificio que os apeteciese, pues aquí el único templo que importa es vuestro cuerpo, que es el que os contiene a vosotros. Efectivamente, el templo del sencoísmo es tu propio cuerpo, y el único sacerdote que importa eres tú.
Pero también importa rezar.
Como ya he mencionado, el sencoísmo se basa en que somos nosotros los que creamos a los dioses y les damos poder, y si queremos que Senco sea poderoso y pueda interceder por nosotros en los momentos de necesidad con un máximo de eficacia, deberíamos cargarle de energía el máximo posible. Si queremos intervenciones milagrosas en nuestras vidas, necesitaremos un dios lo suficientemente poderoso como para llevarlas a cabo ¿no? ¿Crees que tu banco habitual podría darte un préstamo si solo tres personas hubiesen metido dinero en él? A no ser que tu banco lo forméis Bill Gates, Amancio Ortega y tú, la respuesta es que no, así que si quieres un dios que pueda ayudarte necesitas otorgarle poder, y para eso tienes que darle tu energía a través de la oración.
Pues bien, nuestra forma de orar tiene dos partes bien diferenciadas que no tienen absolutamente nada que ver la una con la otra. Sin embargo, van de la mano y se complementan a la perfección. Da igual por cuál empieces, y no es necesario que sean seguidas, ni que las practiques todos los días, aunque esto sería lo ideal. La una consiste en «ingresar» dinero en nuestro «banco», y la otra en «sacarlo» cuando lo necesitamos.
La más importante de las dos, la que todo el mundo debería poner en práctica como mínimo una o dos veces al día, es la meditación activa. Esta es la forma en que sacamos del cajero/Senco nuestro dinero/energía. No te pido que vayas a un incómodo banco de madera a arrodillarte, ni que te despellejes sobre una fina alfombra rezando en una dirección X a ciertas horas del día. Tampoco que asumas la postura de la flor de loto y aprendas a dejar la mente totalmente en blanco, aunque esto último se parece más a lo que me gustaría que hicieses.
Te voy a pedir que reserves diez, o incluso quince o veinte minutos de tu ajetreadísima existencia a sentarte en una silla, poner una música que te relaje, o no poner nada, y cerrar los ojos. ¿Hasta aquí no es muy difícil no? Un día son 24 horas, y eso son 1440 minutos. De estos, voy a pedirte que reserves diez para sentarte en una silla y cerrar los ojos, no llega a ser ni un 0,7% de tu día. Puedes hacerlo a la hora de la siesta y aprovechar para echarla. Es lo que hago yo, y me levanto muchísimo mejor que cuando me acuesto en la cama porque mi cuerpo solo duerme lo estrictamente necesario para continuar el día con energía.
Pues bien, una vez estés sentado en esa silla y con los ojos cerrados, vas a contar, en cuenta regresiva, desde el número cincuenta hasta el cero —también sirven cuentas más cortas, desde veinticinco, desde quince o desde diez, pero son menos efectivas para entrar en un estado mental de relajación, por lo menos al principio—. Visualiza en una pantalla imaginaria estos números. Hecho esto, estarás en un estado mental mucho más apacible y calmado y te quedarán unos nueve minutos —o más si le dedicas más de diez, esto no tiene límite de tiempo— para aprovechar esa pantalla en blanco que estás imaginando. Porque en esa pantalla tienes que proyectar lo que te preocupe y arreglarlo.
Utiliza la pantalla para ver tu problema directamente solucionado y que sea Senco, la energía superior, el que se encargue de arreglarlo como considere. Tú solo tienes que ver claramente proyectado en tu mente cómo quieres que finalice. Que quieres aprobar un examen, visualiza cómo celebras ese aprobado, cómo lees la nota en el tablón de la Universidad, el gritito que sueltas, las hormiguitas que te suben por el estómago.
Aunque hable de «visualizar», no todo el mundo visualiza con los ojos. Hay gente que en vez de «ver» preferirá «oír» y otros que «sentirán». Tienes que descubrir cuál de estas formas de visualización se adapta mejor a ti y ponerla en práctica. Que tu madre está ingresada en el hospital, visualiza como entra en casa completamente recuperada y sana como una manzana, escucha todo lo que diría al entrar y lo que le dirías tú, y trata de sentir las emociones que esto te despertaría.
Este ejercicio te aconsejo hacerlo al menos una vez al día, y preferiblemente, dos y hasta tres veces.
También puedes dedicar tu energía mental a sanar a otras personas, o al mismo planeta, que bastante necesitado está. De hecho, esto último te recomendaría tomarlo como costumbre. Te sorprenderán mucho los resultados, pues indiferentemente de si Senco se decide a actuar o no, el mero hecho de focalizar toda tu atención en un asunto estando mentalmente relajado hará que tú mismo encuentres soluciones que probablemente no esperabas en absoluto, y no necesariamente durante la relajación, sino a lo largo de tu día a día, pues estarás más atento a aquello que necesitas solucionar y verás cosas de las que antes te hubieran pasado inadvertidas.
Como cuando una pareja queda embarazada, y de repente pasa a ver un montón de embarazadas por la calle. No, no ha habido un Baby Boom ni os habéis puesto todos de acuerdo para tener churumbeles al mismo tiempo, sino que, simplemente, ahora te fijas en los vientres de las chicas que caminan por la calle, en las que se han cansado y tienen un pelín de sofoco en un banco y todos los carritos de bebé se te meten directamente en el ojo.
O por poner otro ejemplo, cuando estás pensando en cambiar de coche, y tienes ya un modelo elegido y empiezas a ver que hay un montón de ellos en la ciudad. De repente y por arte de magia parecen estar hasta en la sopa. Pues, normalmente, eso no quiere decir que en la última semana todo el mundo haya decidido comprar ese coche, sino que tu mente lo tiene presente y te manda una señal cada vez que lo ve por la calle.
Si lo que te preocupa es el cáncer que tiene tu abuelo, probablemente tu mente reaccione al oír un comentario de un amigo de tu amigo que dice «pues he leído que para el cáncer beber té verde va estupendo y potencia el efecto de la quimioterapia». En ese momento tu mente subconsciente, que normalmente permanece dormida, lanzará un pitido y te hará centrarte en esa persona, y te pondrás a hablar con ella y quizás descubras que su abuelo tiene el mismo problema que el tuyo y que hay una dieta especial que va de lujo y que le da una calidad de vida que nunca hubieras esperado. O si piensas en salvar el planeta, puede que la próxima vez que vayas al supermercado te acuerdes, por primera vez en meses, de coger dos o tres bolsas reutilizables para no gastar más plástico del necesario, y quizás te fijes en comprar productos que no lleven aceite de palma porque sabes la deforestación que acarrea su producción.
Todo esto lo puedes considerar casualidad o una tarea tuya más que algo que tenga que ver con ningún dios, sí; pero a veces las casualidades son tan enormes que las podrías calificar sin miedo de milagro. A veces los milagros ocurren sin más. Los cánceres que desaparecen de repente y sin ninguna razón están documentados. Son gotas de agua en océanos, sí, pero están ahí, y para eso hemos creado un dios y le damos energía, ¿no? Para que, si las cosas inexplicables le tienen que pasar a alguien, ese alguien seamos nosotros. Y aunque no sucediese nada inexplicable, no olvidemos que de esta manera estás participando en cambiar lo que necesites cambiar.
Resumiendo: te estoy pidiendo que reces para recibir una ayuda superior que solucione lo que te preocupa, pero además te estoy garantizando que, venga o no venga esa ayuda superior, tú vas a estar tomando una parte activa en ese problema y probablemente lo soluciones de forma «milagrosa» sin necesidad de nadie más. Es decir, que, aunque hay una parte «mística» en esto que te estoy contando, en la que Senco te da energía cuando la necesitas, comprendo que puedes ser totalmente escéptico a esto, y es totalmente respetable. Pero además de esta parte mística, esta forma de orar es un mindfulness, una meditación, que te permite concentrar tu mente en los problemas que quieres solventar, y realmente te va a ayudar a solucionarlos.
Vamos a pasar a la segunda parte de la forma de orar que predica el sencoísmo. Es el complemento idóneo para la primera porque de algún sitio tiene que venir la energía que tú alegremente sacas del «cajero».
Para que un dios te haga caso, deberías hacer algo que a él le agrade, pues es lo que le va a proporcionar la energía con la que podría interactuar con el mundo. En el sencoísmo buscamos generar energía positiva para que nuestro Dios sea lo más poderoso posible. Para ello, simplemente, tenemos que dedicarle un pensamiento cuando hagamos algo que nos guste. No es necesario que sea cada vez que hacemos ese algo, con que se lo dediquemos mentalmente una vez ya vale, que para eso hemos creado un dios inteligente. En algunas religiones hacen peregrinaciones a sitios lejanos para ver santos, o incluso penitencias de diversos tipos. En otras prohíben ciertas cosas, quizás para demostrar que puedes ser fuerte por tu dios. Las peregrinaciones puedo entenderlas, puesto que en el viaje en solitario que emprendes no dejas de encontrarte a ti mismo, y probablemente vuelvas totalmente cambiado, ya no tanto por la meta, sino por el camino que has recorrido para llegar a ella. Lo de las privaciones y las penitencias ni lo entiendo ni lo apruebo. Sin duda, este tipo de acciones generan energía, y es probable que, si tú planteas ese tipo de acciones como sacrificio para tu dios, esa energía le llegue y le haga más poderoso. Pero esa energía está contaminada. Yo estoy convencido de que puedes generar energía buena para tu dios. Puede que las prohibiciones tuvieran sentido en su día, que en algún momento de la historia no comer cerdo fuese una buena idea porque en ciertas zonas los cerdos pudiesen enfermar a la gente, pero aun en este caso estoy totalmente en contra de prohibir nada. Yo quiero que abras los ojos y pienses por ti mismo, pero no te voy a prohibir comer aceite de palma o alimentos envasados, porque la idea de esta religión es que seas tú y solo tú, mediante tu pensamiento crítico, el que llegue a la conclusión de que prefiere o no prefiere hacer ese tipo de cosas.
Nuestra forma de ingresar fondos en ese banco de fe que va a ser Senco es muy sencilla. Cualquier cosa que te genere una energía positiva, desde ver salir el sol o una canción que te motive hasta un buen plato de lo que más te guste comer servirá. Y no se me ocurre nada más normal, más cotidiano y generador de energía positiva que la masturbación. ¿Alguna vez te has masturbado pensando en cosas malas? ¿Te has tocado pensando en lo horrible que es tu vida y lo mal que funciona el mundo? Si lo has hecho, creo que tu problema es más de índole psicológica, pero lo normal es que cuando uno se masturba, deje atrás las preocupaciones mundanas y dedique ese ratito de su vida a dejar la mente en blanco y disfrutar. Albert Espinosa habla en su libro El mundo amarillo de las pajas positivas, aquellas que te haces pensando en otra persona para mandarle toda la energía positiva que generas. Yo te pido que todas aquellas que no le dediques a otras personas, se las dediques a Senco. La masturbación canaliza energía, y esa energía es positiva, o en el peor de los casos, neutra. Pero no puedes masturbarte negativamente porque entonces la cosa no fluye.
¿Se te ocurre alguna manera mejor de mandar energía y con un acto más frecuente que este? Ni siquiera te pido que insertes una rutina nueva en tu vida como estaba haciendo en los párrafos anteriores, no. Solo te pido que algo que ya haces —y que, si no haces, deberías probar a hacer— se lo dediques mentalmente a Senco. Así, el día que tengas que pedirle algo importante tú a él, serás consciente mientras lo haces de que antes de pedírselo, fuiste tú el que le dio energía a él, y que si te ayuda no va a ser solo un acto de misericordia, sino el cumplimiento de un pacto entre ambos.
Por supuesto, cuando hablo de masturbación no estoy siendo excluyente con ninguna otra actividad que os genere placer. Si te encanta correr y te sientes realizadísimo cuando cumples un tiempo que te habías marcado como meta, puedes dedicarle esta sensación. Si eres absolutamente dichoso mientras dibujas, cuando ves a tus hijos jugar en el parque, cuando ves que algo en lo que llevas trabajando un tiempo sale a la perfección o mientras haces el amor, puedes dedicarle toda esa energía positiva a Senco. Ni siquiera tiene por qué ser un acto consciente, no es un contrato sobre un papel y no es necesario que pienses en Senco cada vez que haces estas cosas; con que te parezca una buena idea esto que estoy diciendo y pienses de vez en cuando en que estás mandando esas vibraciones, ya estás accediendo a compartir esa energía positiva con Senco y ayudando a que él pueda hacer uso de ella como los bancos, para dársela a quien la necesite.
Además, valga la obviedad, la masturbación y todas aquellas cosas que te dejen en un estado de felicidad y te hagan producir endorfinas, van a tener un efecto positivo sobre tu vida y sobre cómo afrontas tus problemas. Cuantas más endorfinas tengas, más fácil te será afrontar los problemas con optimismo, lo que ayudará a su vez a que seas más feliz y generes más endorfinas. Es un círculo virtuoso fantástico.
Así que cuando el sencoísmo te pide que reces, simplemente te está diciendo que te des amor y seas feliz de la forma que gustes para generar una energía positiva que Senco almacenará, y que pienses activamente en lo que te preocupa y en cómo resolverlo para que puedas usar esta energía positiva almacenada para solucionarlo. No es tan terrible, ¿no?
Y si prefieres mirarlo desde el escepticismo absoluto y prescindir de la parte más mística, te estoy diciendo que hagas cosas que te hagan ser feliz y que aproveches el tirón de endorfinas para ver el mundo de una forma más amable. Sigue sin ser tan terrible, ¿no?
Resumiendo: la oración sencoísta consiste en almacenar energía positiva en Senco para poder usar esta energía cuando la necesitemos. Podemos almacenarla, simplemente, dedicándole un pensamiento a Senco cuando hagamos cualquier cosa que nos haga felices o produzca placer. Para usar esta energía solo tenemos que visualizar en nuestra mente lo que deseamos. Lo bueno de tener un dios velando por nosotros es que sabemos que la reserva energética a la que podemos acceder es mucho mayor que la que tendríamos nosotros solos.